La Historia de Amor de Helena y Paris en La Ilíada de Homero – Dr. Oscar Rubelio Ramos Gómez

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En el mundo amoroso existen una gran variedad de historias que representan al sentimiento amoroso de diferentes formas. Una de estas historias es la que viven Helena y Paris (también llamado Alejandro) en el texto de la Ilíada que escribió Homero en la antigua Grecia.

Esta historia tiene un contexto en particular con una serie de actos consecutivos que llevarán a una conclusión de la vida de Troya. Antes de que Paris conozca a Helena y se enamore perdidamente de su belleza es importante identificar las razones y motivos que llevan a esta historia de Amor a una guerra entre dos culturas.

Iniciaremos el recorrido por indicar que la historia introductoria de la Ilíada se encuentra en los Poemas Cíclicos compuestos por autores y poetas posthoméricos que crearon una serie de epopeyas que de alguna manera vinculan y completan las historias de la Ilíada y la Odisea.

El punto de partida que tomaremos será el momento en que Zeus se da cuenta que está creciendo la población de Príamo; Príamo es el gobernante rey de Troya. Así que Zeus trata de aliviar la sobrepoblación por medio de una guerra. Por lo que Zeus se valió de un plan en específico para lograr su cometido.

Todo sucede tras celebrar las bodas del rey Peleo con la Nereida Tetis en Tesalia. En esa boda hubo alguien que no se le invitó a la ceremonia y esa fue Eris, la diosa de la Discordia. Agraviada por no haber sido invitada, Eris llevó a la boda una manzana con una inscripción que decía “Para la más hermosa”. Al llegar a la boda, lanzó la manzana en medio de todos los invitados lo que provocó que tres diosas se pelearan por la manzana lanzada y disputaran el premio de la belleza.

Aquellas diosas eran: Hera la diosa del matrimonio (esposa legítima de Zeus), Atena la diosa de la sabiduría, la guerra y de la ciencia, y Afrodita la diosa del amor, la belleza y la sensualidad. Para que una de estas diosas pudiese reclamar la manzana, Zeus decidió que elegiría a un árbitro para que fuera él quien les diera esa manzana.

Zeus seleccionó a un joven mortal, a Paris-Alejandro, un pastor del Monte Ida. Para tomar su elección, cada una de las diosas le ofreció a Paris una especie de soborno si él le daba la manzana a una de ellas; Atenea le ofreció ser el hombre más victorioso en las guerras; Hera le dijo que él sería el hombre más poderoso del mundo y tendría un imperio a su mando; y Afrodita le prometió el amor emanado de la mujer más bella del mundo. Paris decidió darle la manzana a Afrodita, lo que desató la furia de Hera y Atenea contra su tierra natal, Troya.

La historia de Paris se remonta a su nacimiento. Príamo, el rey gobernante de Troya había tenido una gran descendencia, y entre sus hijos figuraba al gran guerrero Héctor y Paris; dentro de sus hijas estaban Laódice, la hija más hermosa; Políxena, quien tendría un amorío con uno de los guerreros más fuerte y jefe guerrero, el gran Aquiles; y Casandra, la profetisa que veía el futuro de Troya.

Cuando iba a nacer Paris-Alejandro, Casandra y los adivinos profetizaron y anunciaron que el hijo que nacería traería a Troya destrucción y muerte. A lo que Príamo y su esposa Hécuba decidieron abandonar a Paris en el Monte Ida con el objetivo de dejarlo morir. Paris fue acogido por unos pastores que le dieron un hogar, hasta el momento en que Paris tuvo ese encuentro con las diosas, y fue cuando, tras una serie de sucesos del destino, Príamo y Hécuba le dieron nuevamente cabida en su reino y hogar.

Al ser ya un príncipe, Paris viaja a Esparta donde gobierna el rey Menelao, esposo de Helena. Es en esta tierra y con Helena que se enamoran perdidamente uno del otro; Al ser prometido y profetizado por la diosa Afrodita, es con Helena, que Paris encuentra el amor y se enamora de la belleza de Helena.

El rey Menelao era hermano menor de Agamemnón (o Agamenón), el rey de reyes, gobernante de Micenas, cuyo reino era el más poderoso del momento con vías diplomáticas con el reino de Troya. Cuando Paris está en Esparta, Menelao tiene que ausentarse por un periodo de tiempo ya que tuvo que ir a Creta. En ese lapso de tiempo, Paris y Helena se enamoran y persuade y convence a Helena para que lo acompañe y huya con él a Troya. Los dos habían encontrado a su media naranja.

La ausencia y decisión de Helena de irse con Paris trae consigo terribles consecuencias a Troya, como se había profetizado tiempo antes. Es cuando Menelao junto con Agamenón, deciden llevar la guerra a Troya para rescatar a Helena, y lo hacen con todo el poder de los reyes y caudillo de Grecia, pues Agamemnón gozaba de un gran poder y supremacía sobre distintos reinos e islas de Grecia y de tierras helénicas.

En un primer momento Menelao y Odiseo se presentan en Troya para solicitar la devolución de Helena, a lo que, tanto ella como Príamo y Paris, deciden negarse. Lo cual trae consigo la Guerra Troyana.

Antes del comienzo de la guerra, en el campo de batalla, Paris intenta hacer un trato con Menelao para que la guerra se solucione de una manera, de modo que ellos peleen por el amor de Helena y el vencedor tendrá la belleza y las virtudes de esta gran mujer; por medio de Héctor esta solución es la siguiente:

Respondióle el deiforme Alejandro [Paris]: “¡Héctor! Con motivo me increpas y no más de lo justo; pero tu corazón es inflexible como el hacha que hiende un leño y multiplica la fuerza de quien la maneja hábilmente para cortar maderos de navío: tan intrépido es el ánimo que en tu pecho se encierra. No me reproches los amables dones de la dorada Venus, que no son despreciables los eximios presentes de los dioses y nadie puede escogerlos a su gusto. Y si ahora quieres que luche y combata, detén a los demás teucros y a los aqueos todos, y dejadnos en medio a Menelao, caro a Marte, y a mí para que peleemos por Helena y sus riquezas; el que venza, por ser más valiente, lleve a su casa mujer y riquezas; y después de jurar paz y amistad, seguid vosotros en la fértil Troya y vuelvan aquéllos a la Argólide, criadora de caballos, y a la Acaya, de lindas mujeres.”

Así habló. Oyóle Héctor con intenso placer, y corriendo al centro de ambos ejércitos con la lanza cogida por el medio, detuvo las falanges troyanas, que al momento se quedaron quietas. Los aqueos de larga cabellera, le arrojaron flechas, dardos y piedras. Pero Agamenón, rey de hombres, gritóles con recias voces:

“Deteneos, argivos; no tiréis, jóvenes aqueos; pues Héctor, de tremolante casco, quiere decirnos algo.”

Así se expresó. Abstuviéronse de combatir y pronto quedaron silenciosos. Y Héctor, colocándose entre unos y otros, dijo:

“Oíd de mis labios, teucros y aqueos, de hermosas grebas, el ofrecimiento de Alejandro [Paris], por quien se suscitó la contienda. Propone que teucros y aqueos dejemos las bellas armas en el fértil sueño, y él y Menelao, caro a Marte, peleen en medio por Helena y sus riquezas todas: el que venza, por ser más valiente, llevará a su casa mujer y riquezas, y los demás juramentos paz y amistad.”

Así dijo. Todos enmudecieron y quedaron silenciosos. Y Menelao, valiente en la pelea, les habló de este modo:

“Ahora, oídme también a mi. Tengo el corazón traspasado de dolor, y creo que ya, argivos y teucros, debéis separaros, pues padecisteis muchos males por mi contienda, que Alejandro [Paris] originó. Aquel de nosotros para quien se hallen aparejados el destino y la muerte, parezca; y los demás separaos cuanto antes. Traed un cordero blanco y una cordera negra para la Tierra y el Sol; nosotros traeremos otro para Júpiter. Conducid acá a Príamo para que en persona sancione los juramentos, pues sus hijos son soberbios y fementidos; no sea que alguien cometa una transgresión y quebrante los juramentos prestados invocando a Júpiter. El alma de los jóvenes es voluble, y el viejo cuando interviene en algo, tiene en cuenta o pasado y lo futuro a fin de que se haga lo más conveniente para ambas partes.”

Tal dijo. Gozáronse aqueos y teucros con la esperanza de que iba a terminar la calamitosa guerra. Detuvieron los corceles en las filas, bajaron de los carros y, dejando la armadura en el sueño, se pusieron muy cerca los unos de los otros. Un corto espacio mediaba entre ambos ejércitos. (Homero, 2005, p. 32 y 33).

Aquí es bueno mencionar que la historia de Helena es un elemento fundamental para interpretar esto como una historia de Amor y no una de rapto, un robo o el premio de un botín de guerra.

Primero, cuando Helena era niña fue raptada por Teseo, un héroe ateniense; posteriormente, ella fue rescatada de ese rapto por los gemelos Cástor y Polideuces (Pólux). Muchos príncipes la codiciaban, y fue a través de Odiseo que Helena tuvo que elegir a Menelao como su esposo cuando ella era muy joven. Su elección no fue una decisión basada en sentimientos sino en intereses, como sucedía realmente desde esos tiempos.

Segundo, la llegada de Paris a Esparta y su enamoramiento con Helena, representa la elección libre de Helena al elegir y seleccionar su Amor y sus sentimientos antes que nada y sobre todas las cosas, de modo que esa decisión implicaría también el destino de Troya.

Y tercero, Helena no es raptada o robada por Paris; un robo o rapto se da por medio de tomar algo sin que haya un consentimiento sobre esa situación y se hace suyo sin su aprobación. En todo momento, Helena es consiente de su decisión, sino fuese así, cuando Menelao y Odiseo se presentan en Troya, entonces no habría necesidad de que Príamo negara su devolución y Helena habría regresado con Menelao; pero no fue así, de modo que su Amor por Paris lleva a sufrir todas y cada una de las consecuencias de su decisión, tanto de ella como de él.

La interpretación de este texto debe de darse con referencia a su tiempo en su pensamiento, pues el Amor nunca ha cambiado en esencia, sólo en su representación. Esta es la historia de Amor entre Helena y Paris, que a pesar de todas las predicciones y advertencias, seguirán luchando por lo que sienten sus corazones.

Homero. (2005) La Ilíada. México. Porrúa.


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